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Mostrando entradas de 2012

Soraya

Los hombres la amaron, la admiraron y en muchos casos hasta la veneraron. Las mujeres la envidiaban y la odiaban. Estaba conceptuada como la mujer mas bella de todo el país. Era déspota, soberbia, orgullosa. Miraba a todos los demás como si ella estuviera muy por encima, se creía muy superior. A todos los eventos importantes era invitada y en todos los salones de las embajadas y las casas de la alta aristocracia. Soraya lució en todos aquellos vestidos diseñados especialmente para ella, joyas, zapatos, sombreros… Se casó a los 28 años, con un armador viejo que era 20 años mayor que ella. Alguna de sus otras amigas que tenía le decían “¿Cómo te vas a casar con un hombre tan mayor? Es que te lleva muchos años. “¿Pues veis los años que tiene? Tiene muchos más millones todavía” Se casó en la Catedral de Santiago, nunca se había visto otra boda igual. Iba guapísima. Y él, orgullosísimo, porque sabía que habían sido muchos hombres los que la habían solicitado en matrimonio, pero ...

El gallo de la discordia

Nicolasa tenía un hermosísimo patio en su casa, pero en vez de tener en él macetas, flores , como tenían sus amigas y vecinas, ella tenía pollos y gallinas. Decía “las macetas no dan beneficio ninguno, solamente dan trabajo, adornan mucho. Y mis pollos y gallinas también!” Estaba este día dándoles de comer y recogiendo los huevos, cuando llegó su hermano Valeriano.  “¿Qué haces?” “Pues mira, recogiendo los huevos y dándoles de comer.” Se quedó mirando a un hermoso gallo que había allí y dijo: “Vaya banquete que os vais a dar con ese gallo tan hermosísimo” “¿Uy, qué has dicho?, nosotros no nos vamos a comer ese gallo”. “No? Entonces qué piensas hacer con él?” “Ah pues venderlo hijo, tú sabes siquiera lo que ese gallo vale?” “¿Cuánto vale?” “Pues el que quiera comérselo me tiene que dar 5 pesetas” 5 pesetas en aquellos tiempos de la posguerra era una cantidad importante. “Muy bien, pues yo te doy las cinco pesetas y ese pollo me lo como yo” Sacó un billete de mil pesetas ...

Oda de los ojos azules

Sobre un marco dorado que es su hermoso pelo rubio hay un rostro muy lindo, tiene los ojos azules, de un azul limpio como el del cielo que a mí me gusta contemplarlos porque son igual que los de su bisabuelo, mi padre. Naricilla respingona, y en las mejillas dos hoyuelos, siempre está sonriendo, y cuando ríe, desprende tanta alegría que quita las penas al mundo entero. Se llama María, María Caballero, es mi nietecita pequeña, si vieran como la quiero. 

Aquel guapo militar era mi hijo

Aquel guapo militar era mi hijo Estuvimos en relaciones desde niños. Éramos vecinos y fuimos muy amigos y después pues nos pusimos en relaciones, las familias contentísimas y todos nos queríamos mucho. Nos conocíamos perfectamente desde niños. Al fin decidimos casarnos y a los dos años de estar casados me quedé embarazada, contentísima, y al fin nació mi hijo. Creía volverme loca cuando vi que me había nacido un negro. ¿Cómo era posible señor, como era posible, si mi marido y yo éramos blancos, que a mí me naciese aquel niño, que es que era negro completamente. Me desesperaba ver que mi marido no le importaba, estaba contentísimo con su niño y no le importaba que fuera de color. Ni siquiera pensó en ninguna ocasión que yo pudiese haberlo engañado. Me decía: - Pero si te conozco también como voy a pensar yo algo así? - ¿Bueno entonces dime, como es posible que nos hay nacido este niño?           En cambio mi suegra, me mirab...

NANI

A mi sobrina Encarni Fuiste siempre una flor muy linda, de pétalos aterciopelados, color rojo brillante y aroma muy agradable. Lucías feliz y orgullosa, erguida sobre tu tallo, en el jardín no hubo nunca ninguna otra flor que igualara tu hermosura.  Pero vino un vendaval, tu tallo rompió, tus pétalos cayeron al suelo y perdieron su brillo, su aroma y su color. El sol se ocultó y todo oscuro quedó, pero no temas mi niña, esto son pruebas que manda el Señor, y tú no estás sola, nos tienes a todos a tu alrededor. Lucha con fuerza, mi cielo, esto es una guerra. Las guerras las ganan los ejércitos, y nosotros formamos un batallón. Vamos a ganar esta guerra, sin cañones, fusiles ni metralletas, capitaneados por los médicos y con la fuerza de nuestra oración. Y como el ave fénix, pronto tú resurgirás, tus pétalos volverán a ser aterciopelados y tendrán su aroma, su brillo y su color. Y tu pensarás que todo fue una pesadilla, cuando al despertarte una mañana veas entras por tu ventan...

A mi olla, ollero

“A mi olla ollero”

Mielita

Elsiña y Rubén