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Qué Dolor de Dolorcitas


Qué Dolor de Dolorcitas. Era preciosa, alta, delgada, una hermosa mata de pelo, ojos de un verde claro como aguas marinas. Su padre a pesar de tener otras hijas, esta era su predilecta, su niña, como él la llamaba. Muchos chicos del pueblo la pretendían pero ella jamás escuchó a ninguno. Decía que tenía que terminar sus estudios, y terminar sus labores. Le gustaba mucho bordar, hacer ganchillo, bolillos, y muchas otras labores, y leer que le gustaba también mucho.

 Un día fue a una excursión al colegio que la llevaron a Segovia. Allí tuvo la desgracia de conocer a un hombre unos años mayor que ella, feo, desgarbado, pero simpático y dicharachero. Dolorcitas perdió la cabeza por él. Cuando llegó al pueblo, y su padre vio a ese espantapájaros, como él lo calificó, le dijo
“Pero bueno hija, en qué te has fijado tú, no ves que solo su presencia desagrada…Un hombre tan feo”

Pero bueno, a pesar de ser tan feo ella no veía nada más que por los ojos de él. La castigaron, la encerraron, no la dejaron verlo. Él seguía escribiéndole, llamándola por teléfono.

 Así estuvieron varios años, hasta que ya el padre no tuvo más remedio que ceder. Dispusieron en seguida de casarse, y él dijo que no tenían que preocuparse por los muebles porque como se irían a vivir a Segovia, la casa la pondría él. Dolorcitas fue con sus hermanas a encargar el traje de novia, y las hermana venían diciéndole a su madre y a su padre

 “Parece una artista cuando se pone el traje, qué bonita está”

Él también trajo su traje de novio a casa, y el traje del segundo día como decían antes; hasta que muy pocos días antes de la boda, dejó de escribirle y de llamarla. Lo buscaron por todas partes, había desaparecido de Segovia, nadie sabía nada de él.

 Dolorcitas fue tanto su pena y dolor… Nadie la vio llorar, pero fue perdiendo su salud, cada vez más triste y endeble. Los padres y hermanas no sabían qué hacerle, pero ella decía que no quería seguir viviendo.

Así fue, un día estaban allí sus hermanas y dijo:

 “Haced el favor de salir y decirle a papá que venga”

Se quedó a solas con él, le pidió perdón por todo el daño que le había hecho y todo lo que le había hecho sufrir. El padre le decía:

“Tú no me tienes que pedir perdón `por nada hija mía, lo único que tienes que hacer es ponerte buena y seguir viviendo con la alegría que tú tuviste siempre.”

“Pues eso me parece a mi ya imposible papá, esto ya no tiene vuelta atrás, creo que tengo muy poco tiempo de vida”

El padre salió de la habitación llorando, y le dijo a la madre que entrara que ahora quería hablar con ella. Hizo lo mismo con la madre, también le pidió perdón y se despidió de ella. Y así uno a uno a todos sus hermanos. Y cuando ya se había despedido de todos, les dijo que les pusieran un juego de ropa interior que era su preferido. Le preguntaban:

“Pero bueno, ¿Por qué quieres que te lo pongamos?”

Y ella respondía:

“Ya que muero virgen y solterona, no quiero que nadie vea mi cuerpo. Así que ahora me lo ponéis, y ya estoy preparada”

“Mira que te gusta hacernos sufrir, pero si tu no te vas a morir”

“Si,  me queda muy poco tiempo de vida. Decidle a papá que entre otra vez”

El padre entró, y ella le dijo:

“Abrázame fuerte, papá, para que me des la fuerza que necesito”

“Pero, ¿para qué hija mía?”

“Para el viaje que voy a hacer”

El padre cuando salió vio que era verdad que su hija se estaba muriendo. Entonces a la hija pequeña, le dijo:

“Dame mi rosario por favor”

Se lo dio, lo besó, con él hizo la señal de la cruz, se lo puso en el pecho, y expiró.

Unos días después el padre recibió una carta de este individuo, en la cual lo culpaba de todo lo que había pasado:

" Antes, si nos hubiese dejado, probablemente esto no habría sucedido. Yo dejé embarazada a otra mujer y me han obligado a casarme con ella. Esta es la causa por la que no he podido casarme con su hija."

El padre le contestó diciendo que bueno, ya había pasado todo, y que él viniera a por las cosas y la ropa que él tenía en casa. Gracias a Dios, el hombre tuvo el suficiente conocimiento como para no venir, porque tanto el padre como los hermanos los que querían era que viniera para darle muerte, porque decían que él es el que había matado a su hija y hermana. Este no se atrevió a venir, y así quedó la cosa. No se supo nunca nada más de él. Con las ropas hicieron una lumbre y las quemaron. También quemaron el traje de novia, porque ella dijo que le pusieran aquel juego de ropas, las hermanas quisieron decirle que si moría, que se llevase su traje de novia, y ella le dijo:
"Ni lo intentéis, ni lo intentéis ponerme a mi ese traje. Si lo queréis guardar para alguna de vosotras cuando os caséis, y sino lo regaláis o lo quemáis."
Y así lo hicieron, lo quemaron todo, y aquí terminó la historia de la pobre Dolorcitas, que habiendo sido tan deseada por todos los chicos del pueblo, aquel hombre desagradable vino a causar su muerte.

Su entierro fue una manifestación de duelo, la llevaron a hombros todos aquellos chicos que un día desearon tener relaciones con ella, y los amigos y compañeros del instituto. Allí estaba todo el pueblo, y todo el pueblo llorando.

 "!Pobre Dolorcitas, te quisimos tanto, y como te has ido de nuestro lado¡"

No tardaría mucho en morir la madre. El padre desde el día del entierro no volvieron a oírlo hablar jamás. Los médicos lo veían y decían que no tenía enfermedad ninguna, ningún padecimiento. Él no conocía a nadie, o hacía como que no los conocía, no hablaba, tan solamente dicen que lo oían decir:

"Dolores, mi niña, Dolores, mi niña"

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