LA MOSCA Y EL JUEZ
Una mosca intrépida se metió en la peluquería… a una
clienta le picó en
la nariz, a otra en la frente, a otra en la oreja y, al final,
se posó muy descaradamente en una de sus cejas. Una le
intentó dar un manotazo, otra le atizó con la revista, otra con el abanico,
pero ninguna conseguía atraparla y entonces una de las clientas se levantó muy
ofendida y dijo a la peluquera:
- ¿Pero es que aquí no tenéis ningún insecticida para matar a esta mosca
desvergonzada?
Entonces la peluquera cogió una toalla e intentó atraparla, pero lo
que atrapó fue las gafas de la clienta que se engancharon en la toalla y se cayeron
al suelo. Una
compañera que venía muy rápida a preguntarle algo las pisó y cayó al suelo
dándose con el sillón en la cabeza y abriéndose una buena brecha, por la que
salía tanta sangre, que en muy pocos minutos empapó una toalla totalmente. La otra
peluquera decía:
- ¡¡Por favor, llamad a urgencias!!
Llamaron y vinieron los de la Cruz Roja, a los que les costó
cortar la sangre y reanimarla porque la pobre chica estaba conmocionada. ¡Madre
la que se organizó!
La señora de las gafas al ver que la ponían en la camilla y se la
llevaban en la ambulancia dijo:
- Bueno, vamos a ver, ¿quién me va a pagar
a mí las gafas?
Y como no se pusieron de acuerdo, tuvieron que ir al juez.
***
- Dígame, señor juez, ¿cree usted
que yo soy culpable de lo que sucedió? Ante las quejas de la
clienta quise atrapar a la mosca, ¿qué culpa tengo yo de que se engancharan las
gafas en la toalla?
- Y yo, ¿que culpa tengo yo de haber pisado las gafas, haber resbalado y
haber caído de aquella forma tan espantosa abriéndome la cabeza?
Y la dueña de las gafas dijo:
- Y yo, ¿qué culpa tengo yo de nada, señor juez? Yo sin
mis gafas estoy más ciega que una patata, y no tengo medios para comprarme
otras.
El juez, después de reflexionar un rato, dijo:
- Todas tenéis razón, ninguna es culpable, aquí la única culpable es
la mosca.
Y unos segundos después, dándose un guantazo en la cara dijo:
- ¡Joder, esto qué es!
Todos a una dijeron muy extrañados
- ¡Señor juez, señor Juez!
- Es que a mí también me ha picado la mosca, lo que quiere decir que
está aquí en la sala burlándose de todos.
Y alzando la voz dijo:
- ¡La quiero viva! ¡Todo el mundo a buscarla!
Ahora sí que estaba la mosca asustada, menos mal que un microbio de estos
tan feos y tan escurridizos que sólo pueden mirarse por el microscopio, le
dijo:
- Ven, mosquita, ven, escóndete aquí conmigo bajo los pliegues de esta falda.
El juez decía:
- ¡Hay que encontrarla, tengo que condenarla!
Pero todo fue inútil, y entonces dijo:
-La declaro culpable y en busca y captura.
- ¡Ay, Microbín! - dijo
la mosca - ¿Qué
puedo hacer para que no me cacen?
- Tranquila, mosquita, ya lo pensaremos, pero tendremos que darnos prisa antes de que venga Sanidad y
pulvericen algún fuerte insecticida y no quede de nosotros ni las patas. Reconocerás, eso sí, mosquita, que eres muy
insensata, ¿a quién se le ocurre ir a picarle al juez habiendo en la sala
tantas caras?
- ¿Y qué crees, microbio tonto, si ya todas las otras caras las tenía estampadas?
- Sin insultar, mosquita, eh… si quieres que te ayude, la soberbia en estos casos no ayuda para
nada.
- Ay, perdóname Microbín- dijo echándose a llorar desconsolada.
- Nada, mosquita, nada…quedas perdonada.
- Ay Microbin, ¡cómo
vamos a salir de aquí!
- Mira, ese chaquetón que hay colgado en la percha es del señor juez,
tendrás que meterte en el puño que tiene en la manga sólo después de que su Señoría salga. Será cuando
vendrá Sanidad y
para entonces nosotros ya no estaremos en esta sala.
Una vez en la calle los dos, mosca y microbio, se fueron al parque y
se posaron en una planta:
- Y ahora, ¿qué vamos a
hacer, Microbín?
- Ahora vamos a divertirnos, vamos a ir a la peluqueria y le vamos a
llenar todos los espejos de caca para que mañana por la mañana se tiren de los
pelos y vean que con nosotros nada de nada.
Como todos los días, lo primero que
hicieron fue enchufar las cámaras, y cómo se veían aquellas
caras de sorpresa al ver como estaban todos los espejos, los sillones, las
banquetas...todos llenos de caca de las moscas, y Microbín que era
muy culto escribió en uno de los espejos: "Exigimos que nos dejéis en paz,
porque si no lo hacéis mi novio que es un microbio y yo os vamos a poner que no
vais a poder
moveros, así que daos prisa, id a retirar la denuncia y decidle al juez
que no queréis hacernos daño y nosotros os dejaremos en paz".
- Oye Microbín, ¿por qué has escrito eso de mi novio y yo? Yo no soy tu
novia.
- Bueno, pues porque es que yo pensaba proponértelo, quiero que seas mi novia
y que te cases conmigo.
- ¡Que horror! Casarme yo con un bicho tan feo como tú…
- Eres una desagradecida… Yo no había pensado
tener descendencia, por eso había pensado casarme contigo, porque
entre una mosca y un microbio nunca la habrá, pero ahora me voy a vengar de ti por el
desprecio que me has hecho. ¡Te he metido ya en
el cuerpo una gastrointeritis que te va a durar toda la vida!
- ¿Y por qué no quieres tener descendencia?
- Porque todos los que nazcan de mí seguiran
haciendo el mal, porque para eso me crearon en el laboratorio, nada mas
que para hacer daño, sobre todo a los humanos.
Y fue verdad lo que el microbio le dijo a la mosquita, se quedó
tan débil que ya no podía volar porque sus alas no se levantaban, y tampoco
podía andar, porque sus patitas estaban tan débiles que no podían tirar de ella,
pero arrastrándose como pudo se puso en un rayito de sol que había en la
ventana, y un gorrión que iba todas las mañanas a comerse las migajas que dejaba
Doña Engracia, porque hiciera frío o calor allí desayunaba, la miró con alegría
pensando:
- Uy, que desayuno voy a tener más bueno ésta mañana, hasta con
postre, aunque la mosquilla está un poco endeble es joven y estará sabrosona.
El microbio, que lo presenció todo, sintió mucha pena
por la mosquita, pero pensó:
- Así es como deberían terminar todos los seres desagradecidos que
pagan a sus benefactores con traiciones.
FIN
Comentarios
Publicar un comentario