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Mostrando entradas de abril, 2019
EL GUARDIAN DEL FARO El guardián del faro era un hombre muy triste. No hablaba con nadie; cuando todas las semanas iba al pueblo a comprar todo lo necesario, no sonreía, todo el mundo pensaba "¿Qué le habrá pasado a este hombre para estar tan triste?". Se había casado con aquella niña que tanto quiso, fue su novia de toda la vida... Llevaban tan solo dos años casados cuando ella se fugó con un marino y lo dejó con aquella niña tan pequeña. Fue tan grande su humillación y su decepción que pensó en quitarse la vida, pero cuando aquella niñita que ya había aprendido a decir papá con solo un añito le echaba los bracitos y le tocaba la cara, pensó: "Que sería de mi niña si yo le faltara". Y se dedicó a ella por completo, la crió con toda clase de mimos y atenciones; cuando la niña empezó a crecer, como era un manitas, le hacía muchos juguetes de madera y muñecas de trapo y le contaba muchos cuentos. Cuando la niña fue un poco mayor también la llevaba todas las s...

El prólogo de mi libro

Hace unos meses, y con ocasión de mi cumpleaños, mi nieta María escribió las siguientes líneas para el prólogo de mi libro de relatos... ¡Que lo disfrutéis! Desde pequeñas, nuestra abuelita Custodia nos leía cuentos inventados por ella para hacernos soñar. Solía hacerlo en nuestras vacaciones. Se sentaba bajo la parra de la casa de campo, cerca de la piscina con su bañador morado, y comenzaba a inventar historias, donde los animales solían ser los protagonistas que vivían grandes aventuras. Recuerdo que ella fue la que nos enseñó el bonito significado de la palabra “moraleja”: enseñanza que se deduce de algo, especialmente de cuentos o fábulas. Beatriz, la nieta mediana, cogió la costumbre de transcribir aquellos relatos, como el del famoso Alacrán. Muchos años después, la abuelita seguía narrando historias desde su sillón, y a la nieta pequeña María se le ocurrió que una grabadora sería un buen regalo de cumpleaños, ya que la abuelita ya no podía escribir como antaño, pero su me...